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viernes, 19 de noviembre de 2010

El humilde y odiado extintor

El pobre, incomodo y denostado extintor, que en todas partes molesta, el azote de los decoradores de interiores, esa cosa que sirve para sujetar las puertas en las oficinas o incluso para colgar abrigos impidiendo su visibilidad, He visto cómo se usaban de peso mientras se encolaban piezas de madera, he sido testigo de cómo se robaban los precintos de plomo que luego me enteré que se usaban para pescar y tengo compañeros que han visto cómo se usaban para enfriar cervezas, pobre extintor.


Entre mis más famosas polemicas con arquitectos, no es por molestar, pero en este caso siempre fueron con arquitectas, destacan las causadas por la frase… “quíteme eso de aquí inmediatamente” a partir de ese momento suele comenzar una discusión que termino ganando cuando pongo la normativa sobre la mesa y un documento para que me firme la arquitecta de turno en el que está escrita la orden de retirar los molestos cacharros.


Allá, a mediados de los 90, la tuve muy gorda con el director del Museo Nacional de Escultura de Valladolid (hombre del género masculino) Me dijo textualmente “yo expongo obras de arte, no extintores” Todos los extintores de museo se encontraban literalmente escondidos detrás de cortinas o directamente guardados en armarios, de nada me sirvió utilizar mi anterior táctica, pero… la prensa se puso de mi parte, juro que no me chivé. Unos días después, Unos periodistas de la edición local de un periódico nacional, “auditaron” el edificio, denunciando y documentando la falta de medidas de seguridad en el edificio incluyendo la protección de incendios, se ve que el “dire” no me había dicho eso a mí solo. Al día siguiente, nos tocó ir corriendo a Valladolid a “hacer visibles los extintores”


Podía hablar sobre sus características, elementos que lo forman y eficacia, pero eso ya se encuentra fácilmente en la web. Las anécdotas que he vivido con ellos y que seguro que comparto con otros profesionales del sector no las he visto escritas por ningún sitio.


Este susodicho cacharro fue inventado por el capitán William Gerge Manby, que se propuso fabricar algo eficaz al observar, o descojonarse viendo, como un grupo de bomberos de Edimburgo no eran capaces de apagar un fuego en las plantas superiores de un edificio, el caso es que esto tiene su merito, ya que estábamos en el siglo XVIII y este buen señor invento una cosa que consistía en cuatro cilindros, de los cuales tres estaban llenos de agua y el cuarto con aire comprimido, con lo que se lograba lanzar el chorrito de agua a cierta distancia, hasta primeros del siglo XX a nadie se le ocurrió utilizar polvo dentro de los extintores.


No es un tópico, un humilde extintor puede salvar tu vida, tu casa, tu puesto de trabajo, el tren en el que viajas… incluso pudo haber salvado el Windsor, solo hay que saber usarlo, no es difícil, pero requiere de una técnica que hay que conocer y emplear. Junto con el extintor debería ofrecerse un minicurso de formación al usuario final, considero que “los creadores de normativas” deberían incluir esto en sus sesudos textos UNE, algo que por otra parte permitiría abrir una nueva línea en nuestro negocio.


Por lo tanto, no nos limitemos a realizar la revisión y a otra cosa mariposa, debemos inculcar a nuestros clientes la importancia del cacharro rojo que está colgado de la pared, su uso básico y su capacidad como elemento esencial de nuestra seguridad.


Diego.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Lo que queremos evitar, el fuego

Empezaremos esta aventura por el principio, intentando explicar que es el fuego.

Fuego es el proceso de oxidación violenta de una materia combustible, con desprendimiento de llamas, calor y gases. Es un proceso conocido como exotérmico.

Según la teoría del triángulo del fuego, se necesitan tres elementos para que se produzca:
Combustible (usualmente, un compuesto orgánico, como el carbón, la madera, los plásticos, gases de hidrocarburo, la gasolina, etc.).
Comburente, el oxígeno del aire.
Energía de activación, que se puede obtener con una chispa, temperatura elevada u otra llama.
La suma de estos tres componentes da lugar a la combustión. El fuego es la parte visual de la combustión.

Cada combustible tiene una temperatura de ignición distinta, a la que es necesario llegar para inflamarlo. En la mayoría de los casos, una vez comienza la reacción de oxidación, el calor desprendido en el proceso sirve para mantenerlo. Don Juan Antonio, mi gran maestro, me explicó que a la temperatura adecuada arde cualquier material por incombustible que este parezca.

Cada combustible libera, al quemarse, una cierta cantidad de energía en forma de calor, igual a la energía que mantenía unidos los átomos en las moléculas del combustible, menos la empleada en la formación de los nuevos compuestos (gases resultantes de la combustión o gases quemados). La cantidad de energía que cada combustible produce se expresa por su poder calorífico.

Los gases producidos por la oxidación (principalmente vapor de agua y dióxido de carbono), a alta temperatura por el calor desprendido por la reacción, emiten las llamas (gases incandescentes) que a su vez emiten luz visible e invisible (luz infrarroja), y calor.

La composición de los gases desprendidos, así como su temperatura, determinan el color de la llama. Así, son rojas, anaranjadas o amarillas en el caso de papel y madera; o azules en el caso de muchos gases de hidrocarburos, como los usados domésticamente, pero pueden ser de otros colores cuando arden otros elementos.

Así mismo, el fuego está determinado por algunos factores que dependerían por ejemplo, de los distintos combustibles que lo originan, de manera tal que los procesos industriales generan cada cierto tiempo, por sus tareas, distintos tipos de fuego, o los mismos con distintas intensidades que solo logran un buen avance en las áreas de investigación anti-incendios.
Todo esto está muy bien, pero cuando el fuego se produce donde no debe, nos enfrentamos a un serio problema, algunos nos dedicamos a evitar que esto suceda, o si ya ha sucedido, evitar que los daños sean catastróficos. Procuraré explicar en próximos artículos los medios y procedimientos disponibles para lograrlo.
Diego del Campo.